|         DIARIO DE NORMANDÍA (traducción Martha L. Canfield, Ediciones El Tucan de Virginia, 2007)ISBN 968-6756-93-0
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 Trouville, Calvados: 8 de agosto
 viejas moradas normandas entre huertos de manzanos césped arena agua cielo crema celeste azul lapizlázuli turquesa celeste crema leche 
 
 Sombra densa 
  entre las hortensias de Trouville. 
  La estela de humedad 
  no se deshaceni siquiera al mediodía. Hay olor de tortas y bizcochos por el camino del paseo. La pareja en la mesa está en silencio: beben licor y comen frutas de gelatina. Uno tiene rasgos regulares, sin barba y la piel con rápidas estrías, manosea la envoltura del confite. El otro, más joven, le sonríe al camarero cada vez que pasa, apoya los dedos en los dulces y se deja rozar, distraído. El perro hace lo que quiere de acá para allá en el mirador alrededor de los clientes. Sube del mar de pronto un soplo de viento, entre las mesas de hierro que huelen a herrumbre lavada, bajo las cortinas a rayas.   (Dicen que cuando el viento corta desde el mar hinchando las cortinas y las sombrillas cerradas de la avenida, habrá tormenta sin duda en el lapso de una hora).   (de escaleras de bóvedas de tono en el sonido en el cono de luz se detiene se rinde a su vuelo que se echa se lanza se cierne de pluma de hoja de flecha relámpago y fuego)   (Nada entre las manos. Nada que te asegure, por despecho? No, más bien por suerte, de un lugar, de una historia. De un mañana...)   (Te das cuenta de pronto que las cosas te distraen, te sacan por lo menos del ansia y entre la vida y tú ponen la distancia necesaria para contemplarla.)   (En el fondo, si lo pienso, entre reflexiones y planes que dejo resbalar con gusto hasta mañana, para dar orden y sentido al azar, en qué se apoya la idea que tengo del mundo? En un dedo dentro de la nariz.)   (Espera que el mar se vuelva orines y entonces comprenderás in extremis lo que es un naufragio que cede, inerte y nauseado, a la fatiga de sus remos.)     Honfleur, Calvados: 10 de agostohilera de rocas que regresan del fondo a los ojos del mundo cielo carcomido en jirones y remiendos color violeta rosado   La punta del arrecife es una ballena negra, y soplo de agua es el faro. Detenidos en un eterno arrancar desde la costa hacia el mar abierto. Aunque a ratos aparece la espuma del oleaje como una estela dejada por el barco en el azul turquí.   (Controles, dudas, esperas sin fin antes de dar — aunque de a poco parezca cada vez más improbable — el salto por fin.)   (Es el borrarse progresivo de lo querido o conocido, las cuentas que ya no están cuadrando. El margen cada vez más delgado, a medida que se abren en las filas hendijas y vacíos.)   (No cualquiera y como sea. La trama, elegida y construida, el infinito reducido a una medida, por orgullo, tal vez por miedo limado y restringido extendido dentro del lecho de la enciclopedia.)   (Sueños aventuras esperanzas antiguas y terrores.)   (... plantas parásitas desvaídas con tallos delgados que se aferran a otras plantas haciéndolas morir: sanguijuelas.)     Honfleur, Calvados: 11 de agostocintas de casas en la costa de Sainte-Catherine verde-marchito marrón cielo oscuro negro fierro gris pizarra nácar leche   Son azules con el cuello tipo bote los suéteres de la tienda. El estante en gran desorden, no se consigue su talle. La chica pega un tirón, surgen unas camisetas, luego se ordena el cabello: se ríe y se le ve una hilera casi entera de dientes de oro. La vitrina da hacia el puerto y el espejo refleja a los marineros de impermeables amarillos que fijan las amarras y descargan en coro pilas de cajones.   (La certidumbre de no tener ninguna fe está en ese encontrarse con ganas, una mañana, indiferentes a todo.)   (Sigo siendo, se ve, viajero de tierra firme, que escruta el mar desde lejos y controla el movimiento. Pero hay quien cree, aquí, que el mar hechice a quien lo mira y que lo haga, tarde o temprano, alejarse de la costa.)   (Las vías del mar adverso    fluctúan corto grande en el canal o en el puerto     velero que se quiere ir mar temblor amor                olas de vuelta al corazón sacudido hasta la costa         siempre entre hacer y decir).   (Poesía qué es... pequeño pez de los lofobranquios azul y delicado, con aletas como alas boca redonda y dos filas de dientes, pegasus draco que termina entre las patas de la gata.)   (Qué sensación extraña – vamos, rasca con las garras –, de poder: de conquista y posesión de mí sobre ti, cuando lo tienes en la mano.)     Entre Trouville y Honfleur, Calvados: 12 de agostodespeñadero al mar de la colina derrumbe de setos pasto cielo rayado ceniza gris-azul tenue celeste   Calle abajo entre manzanos tras la curva del pueblo, en mitad de la cuesta, hay una banca de una antigua hostería. Sentados almorzando se ven pasar naves entre las ramas y se divisan marineros pegados a las barandas. Un gato se mueve sin cesar bajo la mesa: tiene el hocico como una bola y por encima olor a pescado podrido. La mesera trae un plato cada vez y canta pasito: «douce vipère...»   (Qué estado de placer es estar quietos siguiendo con los ojos a alguien que se mueve a lo lejos...)   (Callado solo flexible listo y tierno por un rato. Nada ni nadie despierta más ternura en mí que un gato.)   (Me acuerdo que una vez no quisiste vino y eufórica no querías estar porque – decías – era una cobardía perder lucidez de día.)   (Me quedo petrificado cada vez – no muchas, se cuentan con una mano –, que encuentro a alguien con una misión de veras en la vida.)     Saint-Aubin, Calvados: 14 de agostoespejo rápido cinta de nubes fugaces cielo plomizo mustio devorado por la aurora en dos doblado   La casa en la playa es un trampolín, último salto desde la tierra firme. Viniendo de las dunas se ven las velas deslizándose entre las columnas. De noche el mar invade hasta el último escalón y las olas golpean el entablado como campanas. Dicen que el dueño es un viejo marinero que de madrugada baja por un escotillón y se hace al mar.   ( A veces se pueden encontrar esos pasajes: túnel, corredor entre interior y exterior entre lleno y vacío. Pozo, cono de volcán, precipicio. Desfiladero, parece, de frontera.)   (Lo más fastidioso es que ocurra incluso cuando no estamos y en tanto metidos adentro de otra historia, ni nos percatamos.)   (Es ese permanente ir y venir de una sustancia a otra, salir entrar. Mi terror de lo viscoso de lo que es fango. Horrorizado incluso por la condición anfibia.)   (Me repito a veces la fábula hindú del hombre que en el barranco y agarrado a una rama no puede resistirse a comerse la frambuesa que su mano está rozando.)   (Hacia dónde corre ahora mi aventura? En qué travesía se ha metido... Acaso ya ha caído, en su lento abandonarse, en el cono de sombra que la pierde ahora y por el resto de su vida.)     Saint-Aubin, Calvados: 16 de agostoespaldas de arena pálido rebote de la estela lunar cielo negro ébano azul noche de cobalto azul celeste   En las dunas el viento está indeciso desviado por los arbustos y el olor del mar, que a veces se interrumpe, huele a melón. Pero no se consigue hacer el amor en este estado: la marea trae de lejos ruidos indescifrables y desde la costa no se ve muy bien de qué se trata. Aquí, en las dunas, fue degollado un marinero y a su prometida ni más la encontraron. Todavía se oye el espantoso grito, en las noches de tormenta.   (Obsesión de lo sucio, resbaloso, oscuro. De las arañas tengo horror sólo con verlas, de los insectos. La idea de un contacto me corta el respiro, es como golpearme contra la pared.)   (Donde se detiene el paso y el gesto muere, hacia adelante corre sólo tu pensamiento, aquí de mí no tendrás certezas ni serás defraudada.)   (Es que no amo los encuadramientos del paisaje sino desde afuera del escenario, desde un adecuado observatorio por poco que se pueda delimitado.)   (Dondequiera que estemos, pequeña fanática, anota en tu diario las veces que lo hacemos.)   (Aviso a los navegantes. Vientos desde nordeste con tendencia a aumentar en temporal. Faros de entrada al puerto, apagados.)     Bernières, Calvados: 18 de agostomuralla langosta marcada lamida por ese mar pálido cielo azulado de mosto de asfalto lúcido ojo apaleado   El resto del naufragio en la playa de las dunas se apoya sobre un lado, inerte hinchado. El destrozo de los palos los hierros y los cables no está fuera de lugar sobre la costa atormentada. Tiene algo de sagrado detenido en el tiempo. Es un altar en el que las gaviotas se lanzan chillando. La lenta procesión no se detiene: cada quien calla un momento en el vacío inmóvil.   (Pasa la forma, muere se disuelve se nos desaparece para siempre. Es la materia, dicen, que pasando queda: se transforma cambia se deforma, sin dejar de existir.)   (Veo que lo importante — perdona me repito como las campanas — es, en todo caso, ser el que permanece.)   (Dicen que en la costa se muere jóvenes. Y vienen hasta aquí del resto del país, para buscar mujer).   (Lo consolador, mira tú, es el desapego que uno siente, casi inconsciente, de lo que ocurre. Sea como sea.)   (Hay cosas a las que — es humano? — no podría renunciar por nada en el mundo. Entre ellas ésta, de rascarme la cabeza, de tarde, contando los cabellos que caen en la mesa y haciendo montoncitos de caspa en el hueco de la mano.)     Cabourg, Calvados: 20 de agostoborde labio orilla ola que viene ola que va cielo sucio pantano petróleo pátina de cobre cielo de rotella   El viejo navío está inclinado contra el muelle, pero rígido, casi tomando distancia de los neumáticos que se han vuelto fósiles. La herrumbre ha derrotado sólo los costados. Vuéltose grumete, el capitán llega de mañana a lustrar las barandas, sube a cubierta y se desliza detrás de las vidrieras de la cabina del comandante. En el mástil de popa estacionan filas de gaviotas, como válvulas blancas en los postes de alta tensión.   (No me veo ni joven ni viejo, no sé si lindo o feo. Me percibo como estorbo o bien desaparezco casi del todo, cada vez que me encuentro en el espejo.)   (silbido soplo caída lento tenue apagado péndulo filo aleta que zigzagueando marcha)   (Sabes, me gusta – será el modo mío que es todo cerebral – que tengas los zapatos, al menos uno, éste con el taco en punta que me traigo: tocarlo, por lo pronto, sentir que ya me pisa.)   (Sensación de vértigo es lo que me da, cada vez que oigo a la abuela que llama a mi madre su hija.)   (Tormenta de nordeste con lluvias, temporales y ráfagas de viento. Tendencia a reforzarse en una tempestad.)   (El punto de tracción, el baricentro. Allí está la fuerza real de gravitación que empuja hacia abajo, por la línea de atrás, entre las piernas: el orificio, sí, del ano.)   (Bueno, debe ser realmente una sorpresa para ambos. Imaginando que no haya un recorrido, que nos encontremos ahora por azar. Contra toda historia, de vínculos y vedas. De lo que, sin embargo, no se ha acabado. Es más, por eso... Lo insólito, y prohibido.)     Cabourg, Calvados: 23 de agostomalecón de casas finiseculares en la rambla cielo cobalto gris rayada superficie cielo en destrozo   Desde el Grand Hotel, en sueños hasta mi pueblo. En la avenida de la estación ella me espera, pálida, en bicicleta. Nos encaminamos bajo los tilos florecidos. Tiene un vestidito corto color durazno, con mangas anchas, y tras el pelo la mirada ardiente. Las vías del ferrocarril de pronto desaparecen y el mar forma allí un amplio golfo. Todo alrededor parece sumergido en el color rosado. Y es de mar también nuestro camino. Yo me detengo, sin saber qué hacer. Sonriendo indica la breve duna, llevándome por mano por el nivel del agua, por donde hay que ir.   (Lugar y circunstancia. Siempre y dondequiera según dice el filosófo, lo que comemos somos.)    (... no obstante el ambiente me incite a preferir la discreción y en mí se imponga un algo de buen gusto, vicios burgueses.)   (Hubo una época en mi vida que por días enteros me quedaba en la cama con tal de no salir de los sueños.)         
 
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