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Paolo Ruffilli nació en 1949 y ha publicado, entre otros, los siguientes libros de poesía: Piccola colazione (1987, American Poetry Prize), Diario di Normandia (1990, Premio Montale), Camera oscura (1992, Cámara oscura, Calima, 2001), Nuvole (1995), La gioia e il lutto (2001, Prix Européen, La alegría y el duelo, Calima, 2002), Le stanze del cielo (2008), Affari di cuore (2011, Asuntos del corazón, Deva, 2004), Natura morta (2012), Variazioni sul tema (2014; Viareggio Award).
Preparativi per la partenza, cuentos (Marsilio, 2003), Un’altra vita, cuentos (Fazi, 2010), L’isola e il sogno, novela (Fazi, 2011).
También es autor de Vita di Ippolito Nievo (1991) y de Vita, amori e meraviglie del signor Carlo Goldoni (1993).
Ha publicado la edición de la Operette morali de Giacomo Leopardi, la traducción foscoliana del Viaggio sentimentale de Sterne, las Confessioni d'un italiano de Nievo, una antología de Scrittori garibaldini, y ha traducido a Gibran, Tagore, la Metafísica inglesa y la Regola celeste del Tao.
En lengua española: Cámara oscura (Calima, 2001) y La alegría y el duelo (Calima, 2002) ), Asuntos del corazón (Deva, 2004), El nombre o el cuerpo (NorteySur, 2006), Diario de Normandía (El Tucan de Virginia, 2007).
En catalan: Diari de Normandia & Núvols (Galerada, 2007).

Han escrito sobre la poesía de Ruffilli: Alberto Asor Rosa, Luigi Baldacci, Roland Barthes, Yves Bonnefoy, Robert Creeley, John Deane, Dario Fo, Giovanni Giudici, Alfredo Giuliani, James Laughlin, Pier Vincenzo Mengaldo, Czeslaw Milosz, Eugenio Montale, Alvaro Mutis, Cees Nooteboom, Giovanni Raboni, Vittorio Sereni, Andrea Zanzotto





www.paoloruffilli.it



EUGENIO MONTALE SOBRE NOTICIAS DE LAS ESPERIDES DE PAOLO RUFFILLI
En la editorial Forum ha salido un precioso librilo: Noticias de las Espérides de un joven poeta que desco destacar por su indudable talento, Paolo Ruffilli. Debo confesar que mi interés lo ha suscitado una parte del conjunto de poemas dedicada a una visita al cementerio de Monterrosso. Era de hecho para mi una razón sentimental: el reencuentro, de crònica y fantasia, unido a un lugar de mi juventud y de mi memoria. Me habia impresionado como el joven Ruffilli habia dado dignidad de poesia a fantasmas y figuras de muertos consignados a pocas frases entrecortadas y a solemnes epigrafes. Insisto en el "como". Es el punto decisivo que me ha impulsado a seguir adelante, aparte del halago que para mi era el lugar querido, a través de todo el libro de Ruffilli. La manera de este joven poeta me ha gustado: haber elegido el camino de la substracción, del cortar y del reducir, para expresar las cosas del mundo y de la vida. La importancia de las elipsis y de la omisión, en la poesia moderna, es conocida: para nosotros, ademàs, està la ensenanza preciosisima de Giacomo Leopardi; ademàs disenando un recorrido sesgado respecto a los poetas de nuestro Novecento. Con la divisa de no decir precisamente para expresar mas.
La manera de Ruffilli se confia a una especie de flotamiento de pequenos trozos, pequenas bolas que ganan la superficie saliendo en vertical desde el fondo. Y estos trozos, en su minimo impedimento, en su consistencia enrarecida, alcanzan a rendir la realidad completa.
Todo en tintas claras; con una sequedad amable y una dulzura un poco resentida. En la distancia, pues: sin nostalgia o, peor, temblores.
Pero con participación. Tal vez estoy en la posición justa para ver las cosas imparcialmente, en el panorama caòtico de nuestra poesia ùltima y ultimìsima; una posición necesariamente de llegada y sin embargo de fin de carrera, para decirlo mirando a la cara la realidad de mi vida. En todo caso, creo que no estoy lejos de la verdad al decir que Paolo Ruffilli nos reserva algunas sorpresas agradables en el futuro.
Eugenio Montale
RAI - Terzo Programma della Radio, 22 de Enero de 1977



ROLAND BARTHES SOBRE LA CÀMARA OSCURA DE RUFFILLI
Sabemos desde Blanchot que el espacio de la escritura es espacio de muerte. Y Ruffilli puede ser considerado como un caso ùnico singular del modo en el que la palabra poètica se muestra como palabra de punzada, después de haber sido por un momento mas o menos prolongado palabra de luminosidad. En el reencuentro que su poesia crea con las fotos que le sirven de punto de partida, pero que en algùn modo son ya también el punto de llegada. En una temporalidad perpleja y alucinada que es la de la fotografia, cuya evidencia cuenta no desde el punto de vista de la nostalgia-placer, sino del sello amor-muerte, impreso encima.
No es frecuente encontrar efectos tan inquietantes en un contexto aparentemente distenso y en aire de indudable ligereza. La fuerza de esta poesia reside en angustiar al lector encantàndolo. Y el poeta representa bien, de reflejo y por pequefios fragmentos amarillentos la interioridad burguesa: las manìas, los vacios, la crueldad, cierta locura, flotantes mas alla del decoro y de la discreción. Es la ley de la antifrasis, por la que el dictado es tanto mas despiadado cuanto mas afable. Y no se puede dejar de estar de acuerdo totalmente con el autor sobre la naturaleza tràgica (indecible sin embargo y pronunciable sólo por breves fórmulas volàtiles) de la existencia.
Roland Barthes
en Cahier de Poesie, E3,1978.(Después traducido en La filigrana dell'essere, 1979)



LA ALEGRIA Y EL DUELO
El redente libro de Paolo Ruffilli ha tenido 123 recensiones, dos programas televisivos y cuatro emisiones de radio con entrevistas y lecturas de textos, dos espectàculos teatrales sacados del libro, con texto y musica, con tres voces y acompanamiento, un espectàculo con musica de Jazz y otro con musica clàsica. De La Alegrìa y el Duelo se han hecho cuatro ediciones, con cerca de 10.000 ejemplares vendidos. El libro se traduce al inglés, francés, alemàn y se hace una versión americana. Raramente alcanza un libro de poemas tal difusión. Es acaso el tema? Sin duda el tema contribuye, pero en Italia es el tema tratado por tal autor: Paolo Ruffilli. Del aprecio en su pais habla el éxito actual y la critica excelente de sus libros anteriores que le ha llevado al premio Montale y al Viareggio. En el extranjero se le ha concedido el American Poetry Prize y el Premio Europeo. Ruffilli es alguien muy solicitado en los encuentros internacionales de poesia: de Tokio a Rosario, de Petersburgo a Alessandria, de Valencia a Malmo y un largo etc. Su prestigio se basa en una dicción originalisima que une la musicalidad y el pensamiento, la narratividad y la insòlita metàfora, la rima libre y la imaginación critica. Raramente se encuentra hoy en Italia un poeta con tan buen dominio de sus medios y a la vez tan genuino en la resolución de sus temas; sin duda pertenece con Magrelli a los mas dotados de su generación. Esa maestria ha sido reconocida desde el principio no sólo por toda la critica, sino por prestigiosos autores como Montale y Roland Barthes, que prologaron su libro Càmara Oscura (Calima, 2001), o el famoso novelista Giuseppe Pontiggia: "La riqueza del arte de Ruffilli tiene una gracia compositora que sabe fundir en secuencias unitarias, diàlogos, imàgenes y narración".
La Alegria y el Duelo es no sólo su libro mas arriesgado, sino aquel en el que alcanza la piena madurez de su estilo. Lo interesante en este sentido es que la elaboración esbelta y acelerada de su ejecución, despliega un proceso lento que tiende a lo elemental en el plano ritmico y sicológico. El yo poètico sabe clarificar la complejidad de la situación desplazàndola a una serie de descripciones, comentarios, peroraciones y lamentos, en diversos niveles, diaristico, reflexivo, metafisico, que van creando un entramado de voces autónomas, los distintos actores que tejen el drama: el protagonista, el poeta, el amigo, los padres. A esa diversidad y como para subrayarla corresponde un ritmo breve, entrecortado, de versos anapésticos, de entre cinco y ocho sìlabas, no homogéneos, con desequilibrios, trama de rimas, juegos de palabras, aliteraciones, efectos de resonancia, etc. que elevan la vivacidad de la dicción e invitan a una recitación en alta voz, a una entonación tràgica. Asf lo confirman los comentarios en cursiva que corresponderian a la voz del coro. Pero esa rica diversidad se concentra en una resistencia primaria -que parte de la no confianza en la piedad divina- una resistencia biològica, al mal simplemente destructor. La partida està perdida, cada uno puede enfrentarse a su responsabilidad y ninguno necesita hacer confesión de culpa. Se busca otro venero de la piedad. Se encontrarà en la propia muerte. En el amor de y en la propia muerte. O sea, en una muerte propia.
Esa busqueda ha de ser imaginativa. Después de presentar la situación real, la deterioración del cuerpo individual, símbolo también de la deterioración del alma colectiva, y la imposibilidad de solución, el poeta no puede aceptar esa realidad tal cual. La imaginación ha de sustituir o trascender la objetividad. Aqui Ruffilli se muestra bien lejos de la linea lombarda: Sereni, Erba, Raboni, Giampiero Neri, aquella poesia que cree en la objetividad de la realidad y en la cosa en si, y es claro alumno de aquellos que constituyen nuestra realidad imaginàndola: Dante, Leopardi, Pascoli, Gozzano, Ungaretti, Saba,… Esa imaginación es por supuesto precisa y leopardiana con un uso exacto del detalle que hace entender el lodo con una eficacia mayor. Nada de complacencias estéticas, vaguedades lingiiisticas o excesos literarios. Una poesia que va al fondo, precisa, agil y sutil. Una poesfa emotiva que sabe verter en el dolor la fuerza significativa del pensamiento. Es lo que se llama en Italia una poesìa d'appello, del grito a una sociedad para que reflexione sobre si misma. Un grito claro y limpio pero lleno de sugestión poètica. O como decia Barthes : "Ruffilli es un caso claro de que la letra poètica siempre se demuestra letra de punzada después de haber sido letra de luminosidad."
Sorprendente en la obra de Paolo Ruffilli es la capacidad de reaccionar ante los fenómenos temàticos con una clarividencia que es sin duda fruto de la maestria de oficio, pero que va cargada de una fuerza imaginativa descubridora de perspectivas que hacen del fenòmeno un nuevo acto desconocido y de nuestra realidad un vivere de renovación. Enfocar y manifestar la muerte por sida como ejemplo de la dignidad de la vida, gracias a esa muerte, que nos lleva a considerar el amor como nuestra verdadera herencia, es por lo menos nada frecuente, e incluso escandaloso para la moral reaccionaria habitual. Y sin embargo Paolo Ruffilli lo resuelve con unas claves técnicas sencillas pero eficaces, que resaltan las nuevas visiones de lo que creiamos sabido, que hacen del tema algo cercano y distante, nuevo y reconocido, compartido y originai. No es lo insòlito del asunto lo que interesa, sino su ejemplaridad como sacudida de nuestra realidad, el desarme de sus coordenadas mas admitidas, la recomposición de su trascendente realidad.
Asi Paolo Ruffilli se obliga y obliga a plantear muchas preguntas fundamentales que van al fondo absoluto de nuestro sentir humano: El encenderse y el apagarse de la vida es casual? No existe la menor trascendencia de nuestros actos, de nuestros sufrimientos y alegrias de nuestra muerte? Esta arrastra a sus victimas preferidas, a raudales desaparecidas, como si fueran sombras para la nada? Pero todas las preguntas se reducen a una sola: Qué hace la muerte en la vida?
Pero el poeta no muestra o explica una filosofia. Su poesia nos la hace percibir, a través de una manifestación de la realidad que sólo tiene sentido desde la elaboración del pensamiento del sujeto, con el que vuela al par una imaginación concreta, fundamental,conmovedora. Ruffilli, como buen poeta de linea metafisica o mentalista y no de la postsimbolista u òrfica, va a la esencia de los fenómenos, a lo mas concreto, concentrado, metonimico de la vida. Aesa trascendencia de la busqueda de sentido en la catàstrofe, responde el Ecce homo, prendido, endurecido, inerte, la singularidad del enfermo terminal de sida, que altera con su estado inhumano el estado de las cosas humanas, las miserias de nuestra naturaleza y de nuestra sociedad, afirmando de entrada su desolación: Soy distinto.
Esa afirmación tajante de su soledad es la base de su transformación sobre la que se alzarà la nueva realidad, sobre la que triunfarà la imaginación consciente. Ese ser distinto, que traspasa y transforma su identidad, es el foco de reflexión del que parte el cambio total de perspectiva de una vida que ha tenido que inmolarse para salvarse a si misma y a las demàs. La nueva identidad arranca de la mas dura soledad, la del excluido. El estigmatizado siente en efecto la distancia abismal que le separa del resto de la gente, el mundo lo està exiliando a pedazos y mordiscos, se siente excluido de la vida, débil para tornar posesión de ella, pensando que no bay retorno tal vez desde el fin. Lo ve en el mal que lo lleva al estado dependiente de un ninito. Lo oye en la fisura de las palabras apagadas de su madre. Desde esa sìtuación de exilio interior, de pérdida de la solidaridad, de derrumbe de la piedad, de deshumanización pues, implora todavia ser salvado. En un desconsuelo "desesperante y desesperado", a través de la rabia y el miedo confia aùn, y ya desde el limite nuevo, en la alianza limite: la profunda raiz inarrancable del fondo de su ser, el nùcleo imperecedero que resiste a la muerte, el olvidado refugio del amor. Ese amor que él habia dado y recibido para romper la falsa afección, el frio paterna!, el hastio de una sociedad que lo moraliza, corrompe y enferma. Ese es el gran enfoque de Paolo Ruffilli que hace de la pasión compasión, de la soledad amor, gozo del duelo, de la muerte piedad.
Entonces ocurre la gran transformación, la conciencia de la necesidad de transformar el dolor en consuelo e incluso en fiesta, el luto en alegria para esa gente que miente por temor, que sólo ve en la muerte la ruptura con el mundo anterior o incluso.el castigo o la desilusión. La presencia de la muerte sin
embargo ofrece la prueba evidente de la total alteridad de lo real respecto acualquier posesión del sujeto y a cualquier conjetura suya. En esa realidad incenerente donde la flor de la vida se reseca antes de madurar, donde la cara ensombra parece aterrorizar mostràndose como el vacio en la plenitud, surge unimprevisto sentido de la vida: la necesidad de intercambiar afecto, la conciencia que sólo cuenta aquello que se ha probado y dado intensamente, la trascendencia de la pasión, el escàndalo del amor, que arrasa con el mal del mundo.
Desde allì el pasado se aprecia como el erròneo camino hacia la desilusión y el miedo a la muerte: un tiempo perdido, sin decir jamàs aquello que cuenta, una total inconsciencia de la brevedad de la vida y de la consecuente necesidad de actuar y de practicar el arte de amar y de morir sin enganos. A partir de esa conciencia se extiende también la visión de que el mundo conocido no es de hecho la ùnica realidad, que hay una imagen diversa de lo imaginado, que la muerte, ese vacio, puede ser un rio de energia que ensancha lo eterno en el presente.
Ya en la construcción misma del proceso narrativo, a partir de voces que relatan y meditan y de un coro que comenta y resumé interpretando, podemos apreciar que el sujeto es el centro constitutivo de esa realidad, que su intención es clara: restituir con el argumento de la inteligencia, y sin sombra de orgullo, la dignidad a la insuficiencia del cuerpo y a la destrucción progresiva de la individualidad humana. A la crueldad de la naturaleza, el hombre contrapuso la

piedad, pero la naturaleza es impía, y sólo la voluntad imaginativa, el argumento destructor del miedo y la amargura, puede sostener aquella. La piedad no es aqui conmiseración, sino comprensión del dolor como fruto que lleva en si la doble semilla de miedo y confianza, una verdad que se abre y se cierra sobre lo desconocido, un otro modo de sentir la vida reanudada por el morir. La muerte, dice el poeta, se ve entonces como el presupuesto necesario y suficiente de la vida, el mal del bien, la sombra de la luz. No son opuestos que se excluyen, sino componentes de una misma pasión.
Ante la duplicidad de una naturaleza, escudo y enemigo, que nada regala que no haya quitado, que nos pierde en parte para salvarnos en el todo, surge el desco de emprender el viaje de retorno desde la cima a su punto inicial. Allí emana el rio del futuro. Allí el luto llama a la vida, no a otra muerte. Queda, pues, la conciencia de que todo ha de ser consumado para renacer. Y que nuestra palabra no se agota ante el pensamiento de la muerte, sino que la funda verdaderamente en un proceso de amor. Eso es también lo que queda, todo lo que se da. "Esa es la cuestión capital del mundo: el amor. La energia mas potente", decia Paolo Ruffilli en una reciente entrevista. Su libro es prueba de esa verdad.
José Luis Rema Palazón
Frankfurt am Main, 15-10-2002.



Con la cautela que se debe a las obras de poesía -y a las primeras lecturas-, creo poder decir que con LA ALEGRIA Y EL DUELO Paolo Ruffilli ha alcanzado su plena madurez poética: lo que no significa, entiéndase, que no pueda progresar aún. Y ahora leamos el fragmento:

A fuerza de subir
por cuántos meses y años
las escaleras de la vida,
se va aprendiendo
con la experiencia
el rito de la aflicción
y el arte de morir
sin engaños:
cultivando los últimos
instantes, en la cabecera,
celebrando el acto
final de la salida y
buscando restituir
con el argumento
de la inteligencia
sin orgullo
dignidad a la insuficiencia
de los órganos, al daño
de la función cerebral
y a la destrucción
progresiva
de cada centro vital.


Antes de decir otra cosa, observemos que ya esta pequeña secuencia nos sugiere algo del modo de poetizar de Ruffilli, esto es, de la relación necesaria para él entre la gravedad del tema y la simplicidad, apenas realzada por la luz intelectual, por la lengua.
Como los precedentes Diario di Normandía (pero este "en movimiento") y Cámara Oscura (Calima, 2002, n° 29) (del que Raboni ha podido hablar como "novela familiar"), también este último es un "diario" privado y (trágicamente) amigo, del que surgen voces internas o - lo que es lo mismo - de un más allá mental; y donde los textos en cursiva señalan, mejor que pausas o separaciones o contrapuntos, los momentos de más seca meditación (como si ya la cursiva indicase, icónicamente, descarnadura).
No está mal remover los datos formales, esos mismos no distintos en substancia de aquellos de los poemarios anteriores, dado que Ruffilli es un poeta no manierístico, sino simplemente fiel a sí mismo (hágase excepción, en particular, por los continuos paréntesis y en suma los dobles corchetes de Piccola colazione ). Dominan los versos breves o medianos, con centro en el abanico entre quinarios y septenarios, pero su función, contra las apariencias, es totalmente antimelódica; la rotura (encorvaduras también, y no raramente, sobre la é) y casi la casualidad de las medidas dominan sobre el carácter centrípeto de la unidad versal. Y sin embargo es característico la secuencia ininterrumpida de versos medio breves para contrastar la potencial continuidad prosaica del "diario".

Por otra parte Ruffilli es típicamente eso que los alemanes llaman un "poeta de pensamiento", pero el pensamiento no se desenvuelve, precisamente, por continuidad y grandes arcadas, sino por fragmentos y contracciones, tomas de pausas y relanzamientos: ¿es como pensar de otra manera hoy, en un siglo que ha visto en la filosofía la victoria de los pensadores por aforismos y pequeños ensayos?
No muy distinto, mirándolo bien, el uso de la rima, que siendo aguda es declaradamente fácil, no tiene en línea de máxima, un papel expresivo, agrumante, pero - si así se puede decir- de apoyo a la dicción y casi de puntuación.
La realidad, para Ruffilli, es en fondo tal sólo si viene pensada por el sujeto. Y ésta, dicho en inciso, es una de las razones por las que él no puede ser en absoluto homologado con los poetas lombardos que creen en las cosas. Hay sí algún retorno de Rebora, como especialmente en: " que excava salvaje, retuerce y enreda…),pero si es realidad es realidad deformada; y se ve también en: "…vacila descarrila…". En suma, Ruffilli, tiene necesidad de vez en cuando de Rebora como de alguien que lo haga más agresivo, que le acelere los latidos del corazón, de otra manera lentos. Como ya se ha indicado, hay entre las líneas y mucho más, Caproni, l´outsider, el narrador melódico pero también antimelódico, presente no sólo por vía del tipo de versificación, como en este trozo: " Os he saludado,/ a todos…". Y siempre en la sombra se moverá Leopardi, y se puede también resaltar más atrás (véase "amante amado").
Así pues, realidad pensada. Y por lo tanto dominan, como ya declara el primer trozo aquí citado, los abstractos, mientras el máximo de "cosas" que (y aquí diversamente de Caproni) Ruffilli puede concederse es esto : ".. el humo del cigarrillo..". Pero también en este lugar nos han ofrecido, precisamente, los géneros ("fruto y hortaliza") y no las especies o los individuos y si de aquellas cosas el poeta se llena la mano, lo es, súbitamente después, de sus " formas perfectas". Pocos versos más abajo despunta después la niebla y no la única vez, con la relativa sinonimia y o metonimia (por ejemplo, "lechoso").
Para pensar poéticamente, está claro, Ruffilli tiene necesidad de que la realidad se ponga entre paréntesis, estilizada en categorías, retirada en algún modo en la mente que la clasifica, apenas sus datos concretos asoman la cabeza; pensar con lleva cerrar los ojos, rastrear mentalmente, para después descansar, las esencias y los destinos de los fenómenos; y de hecho: " Por todo aquello que no veo, yo creo…" y es una de las secuencias mejores del poemario, aunque no - significativamente - la última.
Pero por cuantas vías se puede comprobar la evidencia que esto es un poeta de la línea "metafísica" o " mentalista" y no de aquella postsimbolista u órfica. Una es por ejemplo aquella de las metáforas, que aquí no vuelan alto sino bajo, como se ha visto de repente en el subir las escalas de A forza di salire. La realidad no es pues transcendida por medio de la imaginación libertina, sino de pensamiento, a cuyo servicio se pone, constriñéndose, la imaginación.
Tal vez vale para este libro, con un acento fuertemente privatizante uno de los exerga que el autor había empleado en su momento para Cámara oscura, un pensamiento de los grandes de Minima Moralia de Adorno: "El elemento histórico, en las cosas, no es más que la expresión del sufrimiento pasado".Pero ya perfectamente significativo es el título mismo, en su bipolaridad. A condición de que se lo interprete, o así me parece, en el sentido de una oscilación o copresencia entre los dos sentimientos opuestos indicados, o mejor ahora poniendo como primero el segundo término y haciéndolo seguir de una flecha que en el tiempo e idealmente, se dirige hacia el primero, que se ha convertido no sólo en segundo sino en terminal. Por lo demás Ruffilli ha escrito con todas las letras: "Porque el luto llama la vida, no otra muerte.Como escondido, el poeta parece distraerse de las cosas concretas, metonimia de la vida, pero por compartir más concentrado por la vida.
Con un poco de aproximación y metaforicidad, pero no demasiado, se puede decir que este libro de poesía, o diario poético, es sobre todo una elaboración poética del luto. Lo que quiere decir también ( véase por ejemplo: " Sin la muerte, no, no habría ni suerte ni destino … Sin la muerte no habría nada ni sociedad ni historia...") no sólo apostar por el futuro sino afirmar el presente, en los individuos y en las generaciones, en tanto vale en cuanto eslabón de una cadena que prosigue. Que esto sea dicho en poesía y sin aparatos ideológicos declarados, en una época del más desenfrenado puntillismo (y por lo tanto totalitarismo, porque sólo cuando nada se desarrolla puede ser dominado), una época del más absoluto desafío en los conceptos mismos de futuro, y esto es de continuidad de la especie y de los individuos a través de la transformación en un "altro" que sin embargo nos es orgánico: pues bien, esta posición me parece ya a este lado de los sustanciosos resultados poéticos que han generado el mayor signo de nobleza de La alegria y el duelo.
Pier Vincenzo Mengaldo
Prefacio La gioia e il lutto, 2001



EMILIO COCO SOBRE "ASUNTOS DEL CORAZÒN"
“He aquì mi sueño de escritor: quitar peso, el mayor posible, a mi escritura. Así comencé, con alguna incertidumbre en el proyecto, y así he ido continuando. Teniendo delante de los ojos ese juego de llenos y vacíos donde la ausencia es lo que más cuenta (…). Mi proyecto es cerrar el fuego en el círculo de la gracia. Sin violentos incendios, en suma, y sin retornos de llama. Tejiendo, sin demasiada participación, el elogio necesario de la frivolidad, que ha sido siempre la virtud de los grandes ingenios. Para pronunciar verdaderamente lo sublime, pienso que es preciso salir del calco, de la huella, de un rastro sutil. Por una ley de lo inversamente proporcional: cuanto más bajo es el tono, tanto má alto es el efecto. No quiero, por supuesto, renunciar a la grandeza de las cosas. Pero considero que es justo observarla en su pequeñez. Me gusta avivarla con aquel aire penetrante que hace del castillo de Atlante el lugar donde atracan las astronaves para el resto del universo”. Así escribe Ruffilli en una declaración de poética. Su sueño se realiza plenamente, después de un aprendizaje que ha durado cinco años (con tres libros publicados en una pequeña editorial), en Piccola colazione (Pequeño almuerzo, 1987), uno de los mejores logros de la poesía italiana de este último decenio. La infancia y la adolescencia, las primeras experiencias sexuales con la práctica del autoerotismo, las figuras familiares, todo es evocado con una levedad de expresión y una musicalidad que nos recuerdan el tono ligero y cantable de la opereta. Se advierte una predilección por los tonos bajos y antiláricos, con el recurso frecuente al diálogo y a la objetivación que transforman las emociones y los sentimientos del sujeto en una sucesión de argumentaciones y hechos concretos. Los metros preferidos por el poeta son el pentasílabo y el heptasílabo, pero también el labo repartido en dos o tres versos sucesivos. Ellos confieren a sus poemas un ritmo rápido, con frecuentes juegos de rimas internas, cuya sonoridad queda como detenida por un instante, gracias a continuos y audaces encabalgamientos endecasí. Dueño ya del medio expresivo que se afina aún más en su siguiente entrega, Camera oscura (Cámara oscura, 1992), el poeta puede prescindir del diálogo y de la ironía, utilizando nuevas gradaciones tonales; también el discurso narrativo adquiere mayor consistencia. Las fotos de un álbum de familia sirven al autor para relatar retazos de su historia personal que se entreteje con la de sus familiares y se extiende hasta comprender la historia de una entera generación “suspendida entre el encanto de un presente rico en promesas y seguridades, donde el pasado era riqueza e iluminación, y un vacío ahora presente de traiciones y desesperaciones” (Tommaso di Francesco). La narración se abre con la alegría de vivir personificada en una estrella de variedades, Wanda del Amor, “con flores de lentejuelas / y flecos de aljófar / sobre las piernas desnudas. / Las zapatillas escotadas / con la cinta. / Una mano en la cintura / y la otra asegurando / el pelo detrás del cuello. Los labios cerrados, / en forma de corazón. / (…) satisfecha / de su cuerpo que ha / gustado”, y se sierra con la percepción de la muerte, de la caducidad de las cosas, del dolor que se perpetúa en los diversos miembros de la familia. La fusión entre pasado y presente se concreta en la figura del hijo que repite en sus gestos y acciones la historia de sus padres. Véase, por ejemplo, la compenetración entre madre e hijo, con la relativa redistribución de los papeles, en estos versos: “Habiéndose hecho hija / de su hijo, / es un peso en su brazo / ahora. Lo retuerce. // De nuevo niña huesuda y demacrada, / y a pesar dilatada / sobre él que ha sido / el fruto amado / el campo y objetivo / de una vida obstinada / y solitaria”. O entre padre e hijo:“Fue joven él también / y aprendió vicisitudes / y partes del amor. / Sin embargo, entre nosotros / con mudo pacto / fingimos ignorar / que está probando el uno / lo que el otro / ha hecho ya”. Con el libro Piccola colazione (ganador del prestigioso “American Poetry Prize”), Ruffilli se impone a la atención de la crítica internacional que saluda el libro como “uno de los más importantes de los últimos años, destinado a durar también como ejemplo de otra manera de hacer poesía” (Le Monde); “una sorprendente prueba de talento y de inteligencia en la forma de un moderno libreto de ópera” (Die Welt). No olvidemos, sin embargo, que precisamente en los años oscuros de su aprendizaje, la obra de Ruffilli mereció el elogio de algunos lectores de excepción. En 1977, el gran poeta Eugenio Montale, escribía, entre otras cosas: “Lo que de este joven poeta me ha gustado es el haber elegido el camino de la sustracción, del quitar y del reducir, para expresar las cosas del mundo y de la vida”. Y Roland Barthes argumentaba: “Sabemos por Blanchot que el espacio de la escritura es espacio de muerte.Y a Ruffilli se le puede tomar como caso único y singular de la manera como la letra poética siempre se muestra letra de la punzada, después de haber sido, por un instante más o menos largo, letra de la luminosidad (…). La fuerza de la poesía de Ruffilli está en angustiar al lector, hechizándolo”. Otro juicio muy positivo es el expresado por Vittorio Sereni, quien, en 1982, cifraba la importancia de la poesía de Ruffilli en “el encuentro de la palabra hallada con lo inmediato concreto” y agregaba: “La obsesión de los mínimos acaecimientos, de los lugares y de las circunstancias, salvada del proyecto del diario, atestigua una vicisitud más allá de las apariencias y de las costumbres”. Asuntos del corazón que se publica por primera vez, también en su versión italiana, en esta colección, puede considerarse como la historia de un amor, que no es la de un amor “canónico” de quien ama serenamente dentro de las tranquilizadores paredes domésticas, sino la de dos amantes clandestinos, que se desarrolla como combate abierto de dos cuerpos que se buscan, se muerden, se comen y se digieren con desenfrenada avidez canibalesca, no exenta de cierta ironía que acude en los momentos más altos de tensión para quitarles dramatismo a las situaciones, a través de cierta irreverencia e irrisión del lenguaje y del ritmo y la vigilancia tenaz de la razón. Una original historia de amor marcada por la violencia y la crueldad pero también por una ternura extrema que resiste dentro de la pasión.
Emilio Coco
en Asuntos del corazón, Deva 2004




  Paolo Ruffilli Mail: ruffillipoetry@gmail.com